lunes, 25 de abril de 2011

El Artificio de Juanelo en Toledo

Esta historia me fascinó la primera vez que la oí y leí.

Sólo a partir de la segunda mitad del siglo XIX se consiguió que el agua llegara a algunas fuentes de Toledo de una manera regular y hasta bien entrado el XX se mantuvo la actividad del gremio de aguadores o azacanes, quienes, en cántaros reglamentados por el Ayuntamiento, hacían el reparto a domicilio en caballerías.

Retrocedamos unos siglos, hasta 1529. Carlos V, muy aficionado como se sabe a los artilugios mecánicos, publicó un edicto en el norte de la península italiana buscando un experto capaz de arreglar un raro reloj astronómico. El resultado fue que Juanelo Turriano, un artesano lombardo, entró al servicio del emperador y tal fue la afinidad entre los dos personajes que Juanelo se cuenta entre las pocas personas que acompañó a Carlos V durante su retiro en Yuste hasta su muerte en 1558, fecha en la que estaba ya avanzada la construcción en Toledo del nuevo palacio de Felipe II, que actualmente es el Alcázar de la ciudad.








Felipe II mantuvo a su servicio a Juanelo nombrándole Matemático Mayor y encargándole diferentes tareas, entre ellas la de construir un mecanismo que hiciera llegar a su nuevo palacio de Toledo el agua del Tajo. El reto no era nada sencillo: hacer subir el agua cerca de 100 metros en vertical con una pendiente media de 20 grados, usando sólo la energía proveniente del mismo río.




La verdad es que no se conoce mucha documentación, salvo un esquema elemental descubierto en 1998 que se cita más adelante, sobre planos o dibujos de la época que recojan detalles mecánicos de la máquina de Juanelo, probablemente tiene su razón en que la construcción del artificio no fue un proyecto “oficial” sino un contrato del propio Juanelo con el Ayuntamiento de Toledo, en el que el consistorio, escarmentado por el fracaso de otros proyectos para subir el agua a la ciudad, sólo se comprometió a pagarlo si finalmente se cumplía el objetivo de subir una cierta cantidad de agua de manera regular. Es decir, el artificio se construyó a expensas de Juanelo, sin los registros públicos de facturas y pagos que se hubieran generado, y se conservarían, de haber corrido con los gastos la corporación municipal.



No obstante, se conocen con certeza los aspectos más relevantes y significativos de su funcionamiento:

• El agua subía sin más energía que la aportada por unas ruedas verticales de paletas convencionales movidas por el agua del río.

• En la orilla del río había una noria al uso que subía el agua en vertical unos 15 metros.

• Desde lo alto de la noria y por gravedad el agua alcanzaba la parte inferior de un largo pasillo, encerrado entre dos paredes y tejado, de cerca de 300 metros de longitud que alojaba tanto el artilugio como una escalera para su mantenimiento.

• El tipo de mecanismo que discurría por este pasillo es sobre lo que hay más controversia, si bien no hay duda de que, en su camino hacia arriba, el agua se mantenía permanentemente a presión atmosférica, sin ser sometida a sobrepresión en ningún punto del recorrido.



Otros detalles sobre los que también hay seguridad por documentación fidedigna que se conserva son, por ejemplo:

• Que el funcionamiento del mecanismo era muy ruidoso, puesto que una ordenanza llega a prohibir su funcionamiento durante determinadas horas para permitir el descanso de quienes vivían en sus aledaños.

• La cantidad de madera que se utilizó en su construcción.

• Que a lo largo del recorrido había 192 cazos de latón

• Que el agua entraba en el Alcázar por la ventana del segundo piso del torreón situado al NE.

• Que el caudal de agua puesto en el Alcázar en la primavera de 1569 por el primer artificio era de 18.000 litros diarios.


En esta fotografía del año 2006 se indica la trayectoria aproximada que recorría el artificio desde el río hasta la entrada del agua al palacio del rey. (Foto: José María Moreno).











Si estuviéramos en 1970 diríamos que el Artificio de Juanelo fue una máquina parecida a la maqueta que hoy se conserva en la Diputación de Toledo. Esta maqueta fue el resultado de las investigaciones llevadas a cabo por Ladislao Reti (1901 - 1973) y presentadas en una conferencia en Toledo en 1967.







En la maqueta elaborada según el modelo de Reti pueden observarse tres partes:

• El módulo de la derecha es la noria inicial, que vierte desde su parte superior al comienzo de la primera torre elevadora de cazos oscilantes.

• El siguiente es el motor hidráulico generador de energía, la cual se transmite a las torres elevadoras mediante tirantes y forzantes, mecanismo de vaivén más eficiente y sencillo que el de rotación, y que permite una perfecta adaptación a los cambios de pendiente y dirección del camino de subida.

• Los dos módulos de la izquierda son las dos primeras torres de la serie que se repite hasta dar con el agua en el Alcázar. Cada una de estas torres tiene un sistema de cazos oscilantes que permite subir agua desde su plano inferior al superior. Obviamente, cada torre ha de tener su parte superior algo más alta que la parte inferior de la siguiente, de modo que el agua cae por gravedad desde la primera hasta la parte baja de la segunda. El croquis de la esquina inferior izquierda representa las dos posiciones extremas de los cazos en una torre.


Aunque la tecnología básica que se utilizó en el artificio está documentada en algunos de los teatros de máquinas de la época, el caso es excepcional por las enormes dificultades que Juanelo tuvo que superar para que esta tecnología funcionara en un ingenio de 300 metros de largo. Entre ellas, la de conseguir que el conjunto estuviera equilibrado. A este equilibrio estático hay que añadir, por ejemplo, que para que unos cazos tengan tiempo para verter en los otros es preciso que el movimiento de ambos se detenga durante un cierto tiempo, tiempo durante el cual el mecanismo de transmisión ha de seguir funcionando con suavidad.


La investigación de Ladislao Reti despierta la atención sobre una máquina que, estando siempre presente en la memoria de los toledanos, apenas había recibido atención de estudiosos y eruditos. Y desde entonces se han hecho varias aportaciones. Unas que argumentan a favor del planteamiento de Reti mejorando algunos aspectos, otras que son complementarias y también alguna que discrepa en mayor medida.

Desde el punto de vista documental, el descubrimiento más interesante en los últimos años ha sido el publicado por Ignacio González Tascón en 1998, con un dibujo de principios del siglo XVII, junto con una descripción en portugués.Su autor, Manuel Severim, se expresa de modo que es más que razonable suponer que tuvo la oportunidad de ver la máquina de Juanelo funcionando.



Fue precisamente el autor de la maqueta de la Diputación de Toledo, Juan Luis Peces Ventas, profesor y artesano, quien mostró su disconformidad con el modelo de Reti, realizando un nuevo modelo tomando como base el esquema de plano inclinado, al que su ingenio ha añadido notables sutilezas, unas para su mejor funcionamiento y otras para adaptarse a la documentación histórica existente.






Imagenes a destacar:




Primer documento en que se dibuja y sitúa en Toledo el Artificio. Es un plano de Ambrosio Bambrilla, fechado en 1585, que se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid. Se representa como un acueducto, cosa razonable si no fuera porque el agua fluía justamente al revés, detalle que el autor tuvo a bien considerar poco relevante.








En 1598 se publica en Alemania el V volumen de Civitates Orbis Terrarum, monumental obra cartográfica en seis volúmenes (1572 - 1617), que incluye una vista de la ciudad de Toledo. En ella, la única construcción que se rotula es El Ingenio, escrito en castellano y no el latín que es el que se usa en la obra. Es un detalle más de la extraordinaria importancia que se daba en Europa a la máquina de Toledo. Es posible que quien dibujó el plano tuviera un conocimiento real de su aspecto exterior, dado que representa en el río la obra de fábrica, que alojaba las ruedas de agua y la noria inicial, con un diseño que se asemeja a las fotografías existentes de la segunda mitad del siglo XIX.


Este es el único grabado que se conoce en el que el aspecto exterior del artificio se conserva por completo, está detallado y al que cabe atribuir verosimilitud. Es de alrededor de 1630, cuando ya el artificio no funciona pero todavía se mantiene la maquinaria en el interior de la construcción. Un detalle que puede pasar desapercibido es que el artificio se encarama a la ladera, atraviesa la muralla y desaparece tras los primeros edificios de la ciudad… para reaparecer en los aledaños del palacio, trepar hacia él y entroncar con la ventana del segundo piso de la torre.

En un trabajo relacionado con un intento de hacer navegable el río Manzanares desde Madrid hasta Toledo se recoge esta representación, datada en 1668. No es de interpretación fácil, si bien cabe considerar que el pasillo por el que discurría la maquinaria ha sido desmantelado, o está ya arruinado, y lo que se observa son las vigas de madera que soportaban la techumbre.









Fray Aparicio, 1753. Dibujado del natural según en el mismo se indica. Biblioteca de la Real Academia Española. Se observan los huecos de la muralla por los que entraba en la ciudad la máquina del agua.













Dibujo de Villeneuve, c.1825.Se conservan las ruinas próximas al río y el arranque del pasillo de subida.











Fotografía de Clifford, 1858. Enmarcadas por el puente de Alcántara, se alzan las ruinas que van a ser dinamitadas sólo dos lustros después, para instalar en su lugar una máquina de vapor y unas turbinas para bombear agua a la ciudad.














En el centro de la imagen, el edificio de las turbinas de Vargas en una postal de 1910-1915. Fue derribado en 1999, quedando la zona como está actualmente.






domingo, 24 de abril de 2011

Situación

Toledo, es ciudad imperial. En las historias siempre se la llamó cabeza de las Españas. Fue corte de los Godos y es capital de provincia con 206 pueblos. Contiene un magnífico templo catedral, gran número de parroquias, conventos, ermitas y muchos edificios. Todo muy digno de recomendación que más adelante describiré.

Esta ciudad disfruta de terrenos altos, ásperos, firmísimos e inexpugnables por ser fundada sobre una alta montaña de piedra dura y fuerte, cercada en su mayor parte por el famosísimo río Tajo, a forma de herradura que la deja en su centro. Las márgenes del río, antes y después de la ciudad, están coronadas y adornadas de frescas y hermosas arboladas, llenas de setos y huertas, con gran abundancia de árboles. Deja a la ciudad a la derecha de él, y por donde no la cerca el río, antes estaba cercada de firmes murallas.

Es ciudad sana, templada y de frescos y puros aires, y aunque está tan cercana al río, su gran altura la libra de inundaciones. Además, al estar edificada en cerros, con la pendiente de las calles corre el agua de las lluvias.

Para dar surtido de agua a la ciudad, acordó el Excelentísimo e Ilustrísimo Ayuntamiento de Toledo el traer el agua de las fuentes del Cardenal. Inaugurado en 1863. Así, se distribuyeron muchas fuentes por la población. Al resultar esta medida insuficiente, se acordó elevar las aguas del propio Tajo por medio de una máquina colocada en el mismo sitio que en otra época las elevó Juan Turiano (conocido por Juanelo) osea en los molinos del Artificio, próximo al Puente Alcántara. Tuvieron que construir un nuevo edificio y crear una nueva máquina. Inaugurándose en 1870. Sin embargo, debido a las grandes crecidas del río que causaban interrupciones y roturas de piezas, fué sustituida por otra de gran potencia en 1892, a la vez con varios dinamos que proporcionaban luz eléctrica a la población.

El artificio de Juanelo merece mención a parte y dedicarle una entrada en condiciones para que os deis cuenta de la que costaba, en Toledo, subir el agua a la ciudad. Como dijo Santa Teresa en una de sus visitas a Toledo: "¡Tener el agua en abundancia a sus pies y ser tan costoso subirla! ¡Tan cerca y tan lejos!"

Un saludo.

viernes, 22 de abril de 2011

Nuestras historias

Me gustaría escribir sobre maravillosas historias que ensalzan y dan brillo a nuestras vidas. Se ha dado el caso, por desgracia, que lamentar la pérdida de muchas por el transcurso de los siglos. La mayoría de los viajeros, forasteros que visitan nuestras ciudades, cuentan con poco tiempo y no disfrutan como deberían de las joyas que nos rodean.

Intentaré dar una sencilla y clara descripción, con datos más o menos fidelignos, de los lugares que conozco.

Guiado de mis mejores ideas y fiado en la indulgencia del público que sabrá corresponder a mis desvelos, perdonándome cualquier falta o negligencia en que pueda caer.